Los niños con trastorno del espectro autista pueden tener un mayor riesgo de enfermedad bucal debido a su capacidad deficiente para comprender o participar en su higiene diaria y cooperar con programas preventivos, especialmente aquellos que se someten a tratamiento farmacológico para la ansiedad, problemas de conducta, esquizofrenia y episodios maníacos, y epilepsia, entre otros.
Estos niños tienden a basar su vida en la repetición de rutinas, patrones o rituales y pueden explotar en una rabieta de profunda frustración si hay un cambio en esta rutina diaria. De este punto deriva la necesidad de establecer un programa de desensibilización sistemático o protocolo odontológico antes del tratamiento odontológico para que el niño conozca los pasos a seguir y se familiarice con el alcance y la rutina del trabajo. Cepillarse los dientes es parte de la rutina diaria de higiene de todos.
Para las personas con autismo puede representar un gran desafío, ya que suelen presentar varias dificultades (les molesta la sensación de tener la cara mojada, la textura o sabor de la pasta de dientes les resulta desagradable, a veces no saben escupir ). Por esta razón, los niños autistas deben consultar a un dentista pediátrico lo antes posible para tratar de familiarizarse con el dentista y crear una rutina de higiene bucal. Es fundamental recordar que no hay lugar para la improvisación con el niño autista.